lunes, 18 de octubre de 2010

FIESTAS DE LA SIEMBRA


SAN JUAN – SÁBADO 23 DE OCTUBRE
AGENDA DE ACTIVIDADES
8h30 Concentración de las Organizaciones Sociales y Comunitarias
9h00 Desfile de agricultores con sus herramientas y yuntas (Colegio 12 de abril)
10h00 Inauguración de las fiestas de la Siembra y de la feria Gastronómica, Artesanal, Agroecológica y de Semillas, y de Medicina Ancestral
10h15 Eucaristía y Ritual
11h00 Exposición de murales y pintura de los centros educativos de la parroquia
11h30 Concurso de La tinaja más grande de Chicha y El mediano de cuy más grande
12h00 Siembra Simbólica
13h30 Pampa mesa
14h30 Festival de la Música y Danza folclórica
17h30 Clausura

lunes, 4 de octubre de 2010

Brevísima relación de la destrucción de las Indias


Brevísima relación de la destrucción de las Indias

Descubriéronse las Indias en el año de mil y cuatrocientos y noventa y dos; fuéronse a poblar el año siguiente de cristianos y españoles, por manera que ha cuarenta y nueve años que fueron a ellas cantidad de españoles; y la primera tierra donde entraron para hecho de poblar, fue la grande y felicísima isla Española, que tiene seiscientas leguas en torno. Hay otras muy grandes e infinitas islas alrededor par todas las partes de ellas, que todas estaban, y las vimos, las más pobladas y llenas de naturales gentes, indios de ellas, que puede ser tierra poblada en el mundo.

La Tierra Firme, que esta de esta isla par lo más cercano doscientas y cincuenta leguas, poco más, tiene de costa de mar, más de diez mil leguas descubiertas, y cada día se descubre más; todas llenas como una colmena, de gentes, en lo que basta el año de cuarenta y uno se ha descubierto, que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o la mayor cantidad de todo el linaje humano.

Todas estas universas e infinitas gentes, a todo género crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales y a los cristianos, a quien sirven: más humildes, más pacientes, más pacíficas y quietas: sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas que hay en el mundo. Son asimismo, las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complición, y que menos pueden sufrir trabajos, y que más fácilmente mueren de cualquiera enfermedad; que ni hijos de príncipes y señores, entre nosotros criados en regalos y delicada vida, no son más delicados que ellos, aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores.

Son también gentes paupérrimas, y que menos poseen ni quieren poseer de bienes temporales, y por esto no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas. Su comida es tal, que la de los Santos Padres en el desierto no parece haber sido más estrecha, menos deleitosa ni pobre. Sus vestidos, comúnmente, son en cueros, cubiertas sus vergüenzas y, cuando mucho, cúbrense con una manta de algodón, que será como vara y media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas son encima de una estera, y cuando mucho, duermen en unas redes colgadas, que en lengua de la Española llaman hamacas.

Son eso mismo de limpios y desocupados y vivos entendimientos, muy capaces y dóciles para toda buena doctrina, aptísimos para recibir nuestra santa fe católica y dotados de virtuosas costumbres, y las que menos impedimentos tienen para esto que Dios crió en el mundo, y son tan importunas desque una vez comienzan a tener noticia de las cosas de la fe para saberlas y en ejercitar los sacramentos de la Iglesia y el culto divino, que digo verdad que han menester los religiosos para sufrirlos, ser dotados por Dios de don muy señalado de paciencia; y, finalmente, yo he oído decir a muchos seglares españoles de muchos años acá, y muchas veces, no pudiendo negar la bondad que en ellos ven; cierto, estas gentes eran las más bienaventuradas del mundo si solamente conocieran a Dios.

En estas ovejas mansas y de las calidades susodichas, por su hacedor y criador así dotadas, entraron los españoles, desde luego que las conocieron, como lobos y tigres y leones crudelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte hasta hoy, y hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas par las extrañas y nuevas y varias, y nunca otras tales vistas ni leídas y oídas, maneras de crueldad: de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado que habiendo en la isla Española sobre tres millones de animas que vimos, no hay hoy de los naturales de ella doscientas personas. La isla de Cuba es quizá tan luenga como desde Valladolid a Roma esta hoy casi toda despoblada. La isla de San Juan y la de Jamaica, islas muy grandes y muy felices y graciosas, ambas están asoladas. Las islas de los Lucayos, que están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte del norte, que son más de sesenta con las que llamaban de Gigantes y otras islas grandes y chicas, y que la peor de ellas es más fértil y graciosa que la huerta del Rey de Sevilla y la más sana tierra del mundo, en las cuales había más de quinientas mil animas, no hay hoy una sola criatura. Todas las mataron trayéndolas y por traerlas a la isla Española, después que veían que se les acababan los naturales de ella. Andando un navío tres años a rebuscar por ellas la gente que había, después de haber sido vendimiadas, porque un buen espía no se movió por piedad para los que se hallasen convertirlos y ganarlos a Cristo, no se hallaron sino once personas, las cuales yo vide. Detrás más de treinta islas que están en comarca de la isla de San Juan, por la misma causa están despobladas y perdidas. Serán todas estas islas de tierra más de dos mil leguas, que todas están despobladas y desiertas de gente.

De la gran Tierra Firme somos ciertos que nuestros españoles, por sus crueldades y nefandas obras, han despoblado y asolado, y que están hoy desiertas, estando llenas de hombres racionales más de diez reinos mayores que toda España, aunque entre Aragón y Portugal en ellos, y más tierra que hay de Sevilla a Jerusalén dos veces, que son más de dos mil leguas.

Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta años, por las dichas tiranías e infernales obras de los cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce millones de animas, hombres y mujeres y niños, y en verdad que creo, sin pensar engañarme, que son más de quince millones.

Dos maneras generales y principales han tenido los que allá han pasado, que se llaman cristianos, en extirpar y raer de la haz de la tierra aquellas miserandas naciones. La una por injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que podrían anhelar o suspirar o pensar en libertad, o en salir de los tormentos que padecen, como son todos los señores naturales y los hombres varones (porque comúnmente no dejan en las guerras a vida sino los mozos y mujeres) oprimiéndoles con la más dura, horrible y áspera servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de tiranía infernal se reducen y se resuelven o subalternan como a géneros todas las otras diversas y varias de asolar aquellas gentes, que son infinitas.

La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de ánimas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos y sin proporción de sus personas (conviene a saber):

por la insaciable codicia y ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices y tan ricas, y las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a sujetarlas, a las cuales no han tenido más respeto ni de ellas han hecho más cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que se y he visto todo el dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios que como a bestias las hubieran tratado y estimado), pero como y menos que estiércol de las plazas. Y así han curado de sus vidas y de sus ánimas, y por eso todos los números y cuantos dichos han muerto sin fe y sin sacramentos. Y esta es una muy notoria y averiguada verdad, todos, aunque sean los tiranos y matadores, la saben y la confiesan, que nunca los indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristianos, antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que primero, muchas veces, hubieron recibido de ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones de ellos mismos.